“Inmersiones” ha cumplido en 2013 seis años de edad. Seis años, seis convocatorias. Seis congresos de artistas. Seis exposiciones de dossiers. Seis presupuestos. Seis justificaciones de dichos presupuestos y de las correspondientes subvenciones, ayudas, obtenidas para financiarlos. Seis memorias económicas.
Sin dinero, hubiera sido imposible poner en marcha las seis ediciones de “Inmersiones”. Y el “factor dinero”, de dónde provenía, y en qué cantidad, ha teñido considerablemente la filosofía, el desarrollo, hasta la organización de “Inmersiones. Incluso las temáticas tratadas. El dinero, y la falta de él, obviamente, influyen en el desarrollo de cualquier actividad cultural, artística. Es verdad que con poco presupuesto se puede hacer mucho, estirándolo como una goma, tirando de la imaginación, mirando con lupa los gastos, pidiendo favores a amigos… pero cuando te mueves por debajo de los mínimos necesarios, las actividades se resienten. Los milagros no existen. La multiplicación de los peces tiene un límite. Sobre todo cuando hablamos de actividades que provienen del ámbito de las artes visuales, porque desde el terreno de las artes escénicas y musicales, siempre cabe la posibilidad de cobrar una entrada al público para financiar así las actividades, pero, ¿quién suelta hoy en día un sólo euro para acudir a ver la producción de los artistas emergentes? Sí que existe un público que desembolsa los euros de rigor para traspasar las puertas de un gran museo, pero no para acudir a ver una actividad de pequeño formato llevada a cabo por artistas poco conocidos.
En el caso de “Inmersiones”, sólo las personas que de una u otra manera han estado poniendo en marcha las seis convocatorias durante estos años son conscientes de lo difícil que es conseguir financiación para una actividad como ésta: con poco “gancho mediático”, que no atrae a multitudes, que huye de lo espectacular. Que, en definitiva, es cultura.
«¿Cuál es el gran peligro de la situación actual? La ignorancia. La ignorancia aún más que la miseria […] ¡Y en un momento como éste, ante un peligro tal, se piensan en atacar, mutilar, socavar todas estas instituciones que tienen como objetivo expreso perseguir, compartir, destruir la ignorancia!» Aunque estas palabras puedan sonar tristemente actuales, la realidad es que fueron pronunciadas hace ya más de treinta lustros. En 1848. Por Victor Hugo. Ante la Asamblea Constitucional de Francia, el escritor de “Los miserables” lanza un discurso en el que ataca los recortes practicados a los presupuestos culturales. «Afirmo, señores, que la reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde un punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista. Insignificantes desde el punto de vista financiero. Esto es una evidencia tal que apenas me atrevo a someter a la asamblea el resultado del cálculo proporcional que he realizado […] ¿Qué pensarían, señores, de un particular que, disfrutando de unos ingresos de 1.500 francos, dedicara cada año a su desarrollo intelectual una suma muy modesta: 5 francos, y, un día de reforma, quisiera ahorrar a costa de su inteligencia seis céntimos?», explica Hugo a los ministros franceses. Y concluye sentenciando: «Han caído ustedes en un error deplorable. Han pensado que se ahorrarían dinero, pero lo que se ahorran es gloria.»
La primera edición de “Inmersiones” tiene lugar a finales del año 2008. Año del comienzo de esta crisis económica en la que estamos sumergidos actualmente. Año de recortes en todo lo relacionado con la Cultura, la educación, la sanidad. Año en el que, sorpresivamente, una diputada de Cultura convoca -en el mes de junio- a una serie de artistas afincados en Vitoria para preguntarles qué política cultural en material de artes visuales desearían para la provincia. Y parece que lo dice en serio. Que no se trata de una maniobra política. Al poco, dichos artistas y otros tantos que se van sumando, se reúnen con dicha diputada en una “asamblea abierta”. Al final de dicha reunión, de un debate extenso, intenso y animado, el grupo de artistas acaba comprometiéndose a redactar un proyecto para gestionar las tres salas expositivas provinciales: la sala Amárica, el Archivo Provincial y la sala de la Casa de la Cultura. Con el presupuesto, con el mismo dinero, que costaba mantener la programación de la sala Amárica antes de que este espacio fuese cerrado por la propia diputación cinco años atrás –el Museo Artium había abierto sus puertas y la Diputación no le veía sentido al hecho de mantener dicha sala en funcionamiento-, este colectivo se compromete a gestionar una triada de espacios. Bajo el sistema de “asamblea abierta”. Es decir: cualquier artista o persona interesada por la cultura podrá integrarse en dicho colectivo y participar así en una importante parcela de la política cultural de la Diputación en materia de artes visuales. Se entiende por ambas partes –Departamento de Cultura de Diputación y colectivo abierto de artistas- que solo hay participación real en lo público por parte de la ciudadanía cuando ésta tiene capacidad de gestión. Participar no es opinar, se dice en la reunión. Participar es gestionar, se concluye.
Pero mientas este colectivo -bajo encargo de la Diputación y en pleno verano de 2008- redacta el Proyecto Amarika -un extenso proyecto, una “hoja de ruta”, en la que se marca la manera de gestionar las tres salas, la manera de organizarse y de relacionarse con el departamento de Cultura de la entidad foral- otro pequeño proyecto iba desarrollándose al mismo tiempo y en paralelo por este grupo de artistas: “Inmersiones”. ¿Por qué? Porque el Proyecto Amarika necesitaba su tiempo para ser redactado con rigor. Se iba escribiendo en colectivo, a golpe de reunión, de asamblea. Y se iba contrastando con diversos agentes. Y es así como se da la paradoja de que “Inmersiones” se pone en marcha antes que el propio Proyecto Amarika. Pues era necesario empezar a dotar cuanto antes de contenidos a las salas expositivas. Y así este primer “Inmersiones” ni siquiera es costeado con los dineros del Proyecto Amarika. ¿De dónde sale, entonces, la financiación para este primer “Inmersiones”? De otra partida económica: algunos grupos políticos de la Diputación de Álava quieren poner en marcha un convencional concurso de arte. La Caja Vital había dejado de convocar el veterano “Certamen de Arte Alavés” y la institución Foral cree que es buena idea organizar algo similar a dicho concurso, pues la Vital ha dejado un hueco al dar carpetazo a su certamen. Y visto que ya hay un grupo de artistas que parecen animados a hacer cosas a bajo precio, ¿por qué no encargarles la organización del certamen? Y, así, con el presupuesto de un ortodoxo concurso de pintura y escultura se va a poner en marcha algo que, posteriormente, se bautizará “Inmersiones”. Aunque el formato “concurso” va mutando paulatinamente según van pasando las semanas. Según el proyecto “Inmersiones” se va bosquejando, va avanzando, concretándose, cada vez este se parece menos a un certamen convencional. Y así, se redactan unas bases que tienen que publicarse en el Boletín Oficial del Territorio Histórico de Álava. Pues, este primer “Inmersiones” no deja de ser un concurso público, a través del cual se selecciona –y se premia- a una serie de artistas. Hacer casar las normativas forales sobre concursos públicos de arte con el formato de “Inmersiones” fue muy complicado. Y después de muchas reuniones con la Diputación, de múltiples borradores del proyecto “Inmersiones”, de que vayan pasando los días, las semanas, la institución foral se encuentra en diciembre de 2008 con una realidad que no se esperaba: en la Sala Amárica se va a desarrollar un congreso de artistas, se va instalar una txosna, va a tener lugar un concierto musical de clausura, una comida popular, una exposición de dossiers de artistas, entre otras cosas. La entidad foral cree que el concurso se les ha ido un poco de las manos y no es lo que querían, pero ha llegado diciembre y la partida económica del certamen hay que ejecutarla. Es verdad que a lo largo de todo este proyecto se contaba con la complicidad de la diputada y del director de Cultura, y que por eso fue posible hacerlo realidad. Y así, el primer “Inmersiones” finalmente tiene lugar. Y funcionó bien. Es por eso que todas las partes involucradas decidieron que éste tuviera continuidad con una periodicidad anual.
Y en 2009 y 2010 se desarrollan los correspondientes “Inmersiones”. Ya inscritos en el marco del propio “Proyecto Amárica” y con la sala Amárica como sede central. Y comisariados, organizados por distintos agentes, pues ya en el primer “Inmersiones” se estableció por la Asamblea que cada edición fuera coordinada por una persona diferente para que se diera así un cambio de timón en cada convocatoria y que de esta manera “Inmersiones” tuviera un aroma, una personalidad distinta en cada edición. Pues se entendía que el relevo coordinativo de un proyecto posibilita que éste se enriquezca, mute, cambie, se reinvente, sorprenda… Cada edición sufre un previo reseteo de su propio sistema. Cada comisario es una nueva persona al frente del mismo ordenador. Lo personaliza, carga otros programas, otras mejoras.
La segunda edición de “Inmersiones” se centró en dar a promocionar en múltiples espacios culturales, centros de arte del Estado, a los jóvenes artistas seleccionados. Mientras se daba a conocer también a la propia Asamblea Amarika. Fue un “Inmersiones” volcado al exterior.
La tercera edición quiso ser una actividad de encuentro reflexivo. Un ejercicio de crítica, de autocrítica, repensando el futuro de su propio formato.
Si la naturaleza y la cultura forman parte del “procomún” todos debemos corresponsabilizarnos en su cuidado. No podemos delegar esos compromisos en organismos, empresas, instituciones. Podemos compartirlas, pero no hacer dejación de ellas. De eso quiso ocuparse el cuarto Inmersiones bajo el lema “Ecocultura (arte, naturaleza, ciudad)”. Pero cuando se estaba gestando esta edición, en 2011, la diputada de Cultura que había apoyado el Proyecto Amarika desaparece a causa de los complejos vericuetos del juego de la política. Y la propia Asamblea Amarika es herida en plena línea de flotación. La nueva diputada, de otro color político, declara públicamente que mantener el Proyecto Amarika es innecesario. “Inmersiones” no va a ser costeada por la Diputación. No hay dinero. Ni siquiera sede. La excusa: la omnipresente crisis. Que ese trabajo ya lo puede hacer su equipo, aduce la nueva diputada. Desde la Asamblea se solicitan todas las subvenciones externas habidas y por haber para que “Inmersiones” no desaparezca. Finalmente, el Gobierno Vasco subvenciona el proyecto. Y Diputación cede la sala Amárica pero sin aportar ni un solo euro. Y la clausura de este “Inmersiones” supone, de facto, la bajada de persiana del Proyecto Amárika, esto es: de la gestión por parte de la Asamblea de las salas expositivas forales. La sala Amarica vuelve a echar otra vez el cerrojo. Alguien, tirando de spray, escribe un gran “The end” en una de sus paredes. Y el equipo de la nueva diputada organizará en 2012 sólo dos exposiciones en dicho espacio. La sala, como tal, cae así en el olvido. Y el proyecto Amarika, proyecto considerado por el Observatorio Vasco de Cultura como ejemplar, desaparece. Y, al poco, la propia Asamblea. Pero, una vez más, no pasa nada. Nadie del mundo de la cultura local ajeno a la propia Asamblea dice nada al respecto.
En ese sentido es interesante leer “La inutilidad de lo inútil”, un libro escrito por el filósofo y profesor de literatura Nuccio Ordine. Es este un necesario ensayo – disponible ahora mismo en librerías y bibliotecas- que arremete contra un pueblo adormecido. Un pueblo que sólo entiende “lo útil” en clave de dinero. Y contra una clase política que promueve deliberadamente la ignorancia, constituyéndose en correa de transmisión del capitalismo más voraz. El indignado Nuccio Ordine arma en este libro una defensa del conocimiento, del saber, desmontando ese ideario materialista que parece ya formar ya parte de nuestro ADN. “La gente piensa que la felicidad es un producto del dinero. ¡Se engañan”, dice el filósofo. Y continúa explicando: “Llevo 24 años como profesor intentando convencer a mis alumnos de que no se viene a la universidad a obtener un diploma, sino a intentar ser mejores, esto es, aprender a razonar de manera autónoma”. Ordine, en el fondo, no está diciendo nada nuevo. Sólo está proclamando lo que la gran mayoría de personas amantes del saber y de la cultura pensamos.
En 2012 -con el lema “Pakean utzi arte”- y 2013 -bajo la consigna “Anti-dinero”- “Inmersiones” se financia ya con dinero del Gobierno Vasco y del proyecto de ocio nocturno “Gaukeoak”. Se constata que ahora es más fácil buscar financiación, porque la actividad ha demostrado funcionar, se ha afianzado, se ha hecho un hueco y el formato es conocido por los agentes culturales del País Vasco. Y, además, puede desarrollarse sin problemas en espacios no institucionales.
El principal interés de “Inmersiones” es su trabajo en pro de la difusión de los jóvenes artistas del ámbito del País Vasco. Esperamos, deseamos, que esta actividad tenga larga vida en el tiempo. Y que cuente con un digno presupuesto que lo siga haciendo posible.